miércoles, 9 de mayo de 2012

Él, introvertido, laberíntico, algo masoquista en la disección de sus sentimientos, un cierto gusto por `sumergirse´ en sí mismo. Simultáneamente, una tremenda y constante necesidad de comunicación. Una angustiosa conciencia de su aislamiento, una angustiosa búsqueda de otra persona, alguien con quien comunicarse, alguien a quien poder darse sin reservas. Toda su vida fue rechazado. No que los otros lo rechazasen deliberadamente. La aceptación no era la deseada. Tal vez no consiga escribir esta novela. Tendría que poner excesivamente de mí para que fuera creíble. Hace quince años que buceo dentro de mí mismo. ¿Para qué seguir? Pregunta sin respuesta. Creo que no tengo otra salida que no sea seguir buceando. No conozco nada más…


No hay comentarios:

Publicar un comentario